Capítulo 17: Vuelta a Uluwatu.
Después de nuestro viaje en barco por Komodo volamos desde Labuan Bajo hasta el aeropuerto de Denpasar, en Bali. A Maido sólo le quedaban 2 días por Indonesia y yo no quería que se fuese sin conocer el sitio que desde el principio se ha ganado mi corazón, Uluwatu. Así que decidimos pasar sus dos últimos días aquí.
Llegamos a Uluwatu el sábado 3 de agosto a media tarde, nos dirigimos al hotel a dejar las cosas y a ducharnos rápidamente porque habíamos quedado con Sheila, nuestra amiga de España que también está pasando en verano en Indonesia y con la que coincidimos en Uluwatu, y con Stephane, el chico belga que conocimos en Ubud y con el que también habíamos estado en Gili T, que había venido a pasar el fin de semana a Uluwatu también.
Salimos a La Bamba, donde es la fiesta los sábados. Mi moto taxi tardaba mucho en venir y cuando llegó el de Maido, no lo dudamos, nos subimos las dos en la moto con el chico, algo que en España sería impensable pero que aquí lo hace todo el mundo, incluso a veces se ven hasta 4 y 5 personas en una moto. Estábamos algo cansadas pero tras unas cervezas y unos chupitos (que son siempre idea de Maido), nos vinimos arriba y acabamos la fiesta en Il Salotto a las tantas de aquí, que son las 3 o 4 de la madrugada. El domingo madrugamos a pesar de que nuestro cuerpo nos pedía descansar más y aprovechamos el día en la playa. Para el atardecer, nos encontramos con mi hermano y Celia de nuevo, que también habían venido un par de días a Uluwatu. Así que de nuevo habíamos hecho un remix de gente: Maido, Sheila, Stephane, mi hermano, Celia y Patri, una chica que había conocido Sheila. Vimos el atardecer desde el templo de Uluwatu , que obviamente era algo que no se podían perder los que aún no lo habían visto. Después salimos a cenar e hicimos un intento de fiesta en Single Fin pero estábamos todos tan cansados que teníamos el ánimo por el suelo. Aunque nadie quería abrir la veda y decir que abortásemos el plan, Sheila, la cabeza pensante del grupo, se lanzó y dijo que quizás era mejor una retirada a tiempo y todos estuvimos más que de acuerdo. A la mañana siguiente, Maido recogió todo su equipaje bien temprano, nos abrazamos fuerte y se marchó al aeropuerto. Ahí se terminaba nuestro mes de viaje juntas que sin duda había sido increíble para ambas. Yo todavía tenía un día en la compañía de mi hermano y Celia y unos cuantos más con Sheila.
Aquella mañana me cambié de alojamiento, el hotel en el que estábamos Maido y yo era algo caro para pagarlo yo sola, así que me cambié a un hostel más barato y en el que quizás podía conocer a gente. El hostel estaba bien, tenía una habitación muy pequeña y acogedora para mí, pero estaba demasiado lejos del centro y había mucho tráfico en esa zona. Dejé el equipaje y después de un buen desayuno de los que a mí me gustan y de pasar por un spa para hacerme la pedicura que mis pies pedían a gritos, me fui con mi hermano y Celia a la playa y más tarde a cenar. Al día siguiente se marcharon ellos también para seguir con su viaje por Indonesia, Malasia y Singapur.
Cuando llegué a Uluwatu hace más de un mes pensé que jamás sería capaz de conducir una moto por aquí al ver todo el tráfico y la manera de conducir que tienen y admiraba a todos esos turistas que se lanzaban a conducirla. Sin embargo, tras haber probado la moto en Lombok y tras ver que mi nuevo hostel estaba tan lejos de todo, decidí tirarme al barro e ir a alquilar una moto y probar. Pedí una moto pequeña para que me diese seguridad el poder moverla a mi antojo pero que tuviese algo de potencia para las cuestas. El chico del sitio de alquiler de moto me dejó probar un par de ellas hasta que encontré una similar a la que había usado en Lombok. El alquiler se hace rápido, no tiene seguro por lo que todo es responsabilidad del que la alquila. Cuesta menos de 4€ al día alquilarla. Elegí un casco diminuto para mi cabecilla e hice al chico quitarle la visera con la excusa de que quería que mis ojos estuviesen visibles para poder guiñarle el ojo a los tíos buenos con los que me iba cruzando por la carretera, obviamente cedió porque era una razón de peso y me quitó la visera sin dudar. Ya había conducido la moto en Lombok pero acompañada por mi hermano para guiarme y ayudarme, ahora estaba sola y en Uluwatu, donde el tráfico es infinitamente peor. Aunque al principio iba un poco tensa, pronto conseguí relajarme y llegué al hostel de vuelta sin ningún problema.
Pasé una semana en aquel hostel, por las mañanas tenía el desayuno allí incluido, así que era la hora de socializar, hablé y conocí a mucha gente allí, en particular a Paco, un chico español que estaba viajando también por Indonesia antes de empezar su nueva vida en Australia. En esa semana estuve haciendo muchos planes con Sheila y también quedamos un par de veces con Paco. Fuimos a la playa, vimos atardeceres espectaculares y salimos de fiesta. Me fui soltando más con la moto y mi aventura por Uluwatu mejoró muchísimo al poder disfrutar de la libertad de la moto. Había disfrutado mucho usando los Gojek, moto taxi, pero ahora estoy disfrutando el triple siendo yo la que conduce. Los primeros días intentaba aparcar lejos de los aparcamientos porque me daba miedo no saber aparcar entre miles de motos o no reconocer la mía después, iba muy lenta y no quería adelantar, pero poco a poco fui cogiendo más confianza y empecé a sentirme una más en ese mundillo, aparcando en todo el meollo, adelantando por la derecha, que se supone que es lo correcto, pero también por las aceras de la izquierda. Igualmente sigo siendo muy precavida y voy bastante lenta, así que la mayoría me adelanta a mí también por ambos lados. Para echar gasolina, hay "gasolineras" por todos lados, básicamente, cualquier pequeño negocio tiene un stand con botellas rellenas de gasolina, así que te paras en cualquiera de ellas y les pides cuantas botellas necesites. El litro suele costar unos 70 céntimos.
Tras una semana en el hostel me empecé a cansar de estar tan lejos de todo y como chica precavida que soy, había hecho la reserva en ese hostel en distintos bloques por si en algún momento quería cancelarlo y así fue, después de 7 noches volví al hotel en el que había estado anteriormente, que era más caro pero más bonito y más cerca de todo. Sheila se fue a seguir su viaje a Ubud y yo decidí seguir por Uluwatu hasta cansarme. Antoine, el chico francés que había conocido hacía más de un mes en Uluwatu, había vuelto y sus amigos se habían marchado ya también, así que estuvimos juntos unos cuantos días. Seguimos con nuestros planes de playa, comida rica, masajes y atardeceres. Los atardeceres se han convertido en mi momento favorito del día, tras pasar el día en la playa, vuelvo al alojamiento, ducha para refrescarme y después elijo en qué bar quiero ver el atardecer, me dirijo allí con el sol aún arriba y me siento en una terracita sobre uno de los acantilados con vistas al mar donde contemplo con algo de envidia a los surferos en el mar y al sol que se va poniendo lentamente por el horizonte, todo eso acompañada de una cerveza y de mucha gente que hace el mismo plan que yo. Cada atardecer, cada paseo en moto, visita a la playa o fiesta viene siempre acompañado de una alegría a la vista porque hay tíos buenos por todos lados. Me enamoro de alguien nuevo cada dos minutos aquí, creo que hay un tío bueno (y tía también) por metro cuadrado, aunque aún no me he atrevido a guiñarle el ojo a ninguno desde la moto, el chico de los alquileres de moto estará decepcionado conmigo.
Antoine se marchó hace varios días también para Australia, donde está viviendo ahora, y me quedé sola de nuevo. Aunque he seguido conociendo a gente, van y vienen y no he tenido la suerte de encontrar de nuevo a amigas como hice mi primera semana aquí. Uluwatu me encanta pero hay muchos planes para hacer en compañía que solo no se disfrutan tanto porque son, sobre todo, planes de salir de fiesta o salir a bares y no planes de turismo. Además, tengo ganas de volver a hacer surf pero en Uluwatu las playas y las olas son para gente más experimentada y yo no me he atrevido a hacerlo. Todo este tiempo desde que volví a Uluwatu he tenido en mente la idea de volver a Lombok porque estuve solo 3 días allí de los cuales 2 estuvo lloviendo. Sheila me dijo ayer que se había comprado un vuelo para ir a Lombok y sin pensarlo mucho, me lo compré yo también. Así que esta mañana, de resaca como de costumbre porque ayer salí de fiesta con el catalán del Betis que estaba en Uluwatu y sus amigos, he hecho de nuevo las maletas y me he venido al aeropuerto para coger mi vuelo a Lombok. Como la decisión de irme a Lombok fue rápida y no me ha dado tiempo a despedirme bien de Uluwatu, creo que los 2 o 3 últimos días de mi viaje volveré aquí para poder despedirme en condiciones. He hecho una lista con las cosas que quiero hacer cuando vuelva y pienso cumplirlas todas, pero por ahora, voy a empezar a hacer la lista de cosas que hacer en Lombok para esta semana y espero tener un poco más de suerte con el tiempo esta vez. Lombok, allá voy de nuevo.
Pedicura y masaje.
Comentarios
Publicar un comentario