Capítulo 19: Última parada: donde empezó todo, Uluwatu.
28 Agosto 2024. Uluwatu - Bali.
Tal y como había planeado, pasaría los últimos 3 días de mi viaje en Uluwatu, no podía ser en otro sitio. Así que el sábado por la noche ya estaba de vuelta en mi hotel de confianza de Uluwatu y con una pequeña lista de cosas que hacer allí antes de irme de vuelta a España. Obviamente, para poder ir tachando items de mi lista necesitaba mi moto, así que mi chico de confianza me la trajo a mi hotel y cuando yo llegué el sábado, ya estaba allí esperándome para recorrer las calles de Uluwatu en busca de los planes de mi lista:
Ir a desayunar a la Kantina: mi sitio favorito de todo el viaje para los desayunos y para el nasi goreng. El domingo fui a desayunar allí y a pesar de que todas las veces que he ido he comido huevos benedictinos, ese día pedí unos pancakes, que estaban de muerte, porque vuelvo a repetir: estoy hasta los huevos de los huevos. El capuccino viene acompañado de una galletilla de almendra que está de locos. Y, por supuesto, tiene su terracita que da a la carretera principal desde donde veo a todo el mundo pasar en sus motos.
Ir al spa a hacerme la pedicura: en España nunca me hago la pedicura pero en Uluwatu lo probé y me encantó, así que quería ir de nuevo para volverme a España reluciente. El domingo tras el desayuno en la Kantina, me fui a un spa cerca de mi hotel y me hice la pedicura, elegí el rojo porque es el color de este año, a pesar de que nunca me ha gustado mucho ese color. Antes de poner el esmalte de uñas, la chica me dio un pequeño masaje de varios minutos por los pies y me estaba gustando tanto que no pude evitar pedirle que me diese un masaje en condiciones y que ya luego pintase las uñas. Cómo voy a echar de menos los masajes.
Chill en la piscina del hotel: el hotel tiene una piscina en el jardín muy bonita pero como siempre voy como las locas, no la había aprovechado en todo el tiempo que me había alojado allí, así que después de la pedicura y aprovechando que hacía un día un poco nublado, estuve allí tirada en la tumbona un par de horas leyendo, escuchando música y disfrutando del entorno de plantas, palmeras y florecillas que rodean la piscina.
Cena en Lola's: me habían recomendado varias veces ir allí a cenar pero solamente había ido de fiesta un par de viernes, así que no podía irme de Uluwatu sin probarlo. El domingo por la noche, tras haber estado en la piscina del hotel, me puse guapa, me subí en mi moto y me fui a Lola's. Estaba lleno de parejas y grupos de amigos y yo estaba más sola que la una, pero no me importaba en absoluto. El único plan que no me gusta hacer sola es salir de fiesta, para el resto de cosas me siento muy cómoda e incluso en muchas ocasiones, mejor que acompañada. Lola's es un restaurante mejicano, así que me pedí un margarita y unos tacos de pescado que había escuchado que estaban de muerte y así fue. Cuando terminé de comer y le estaba dando los últimos sorbos a mi margarita, un chico y una chica de la mesa de al lado, a los que yo directamente había tachado de pareja pero que luego resultaron ser hermanos, empezaron a entablar conversación conmigo y su compañía me resultó de lo más agradable. Son alemanes y la chica está considerando la idea de mudarse a Uluwatu, así que ha ido durante unos meses allí a probar qué tal. El chico, sabiendo que su hermana estaba aquí, ha venido también de viaje. Estaba disfrutando de mi cita conmigo misma pero la verdad que cuando conoces a gente agradable con conversación entretenida, se agradece la compañía.
Paseo en moto y playa al amanecer: desde que empecé el viaje había tenido en mente levantarme ultra temprano un día para salir a ver el amanecer y disfrutar de la paz y el silencio matutinos pero al final con tanto salir de fiesta, acostarme tarde y dar bandazos viajando, solo tuve ocasión de ver el amanecer en el barco de Komodo, así que tocaba hacerlo. El lunes me desperté a las 5:30 de la mañana, me prepararé y salí del hotel en mi moto en dirección a la playa. A pesar de que creía que estaría sola por la carretera a esas horas porque la vida diaria en Bali parece empezar algo más tarde que en España, había bastante tráfico, así que fue un paseo en moto como cualquier otro a cualquier otra hora. Llegué a la playa de Padang Padang, que es la primera que visité cuando llegué y a la que solo había vuelto en una ocasión más. Sabía que no iba a ver el sol salir por el horizonte porque esa playa está en la costa oeste pero igualmente quería ver cómo el cielo iba cogiendo color y disfrutar de la calma de una horita en la playa completamente sola. Normalmente esa playa está abarrotada pero la mañana del lunes estaba vacía, solamente había una chica meditando, un hombre dentro del agua y un par de locales colocando las tablas de surf en el stand para alquiler. Me di un paseo por la playa y había muchos perros y muchos muchos muchos monos. Después me senté en mi toalla y estuve leyendo rodeada de los perros que se me acercaban.
Hacer una clase de yoga en Alchemy's: no podía irme de Bali, la isla del yoga, sin probarlo y mucha gente me había recomendado Alchemy's, así que el lunes, después de mi mañana de lectura en compañía de unos perretes en la playa, me dirigí a Alchemy's. Me apunté a la clase de las 8 am, que sabía que era para principiantes. El sitio es precioso, es como una cabaña gigante abierta al exterior por los laterales y rodeada de unos jardines muy bonitos. Como era muy temprano, se estaba muy tranquilo y el único ruido que había era el de los pajarillos. Hice la clase de yoga y me gustó más de lo que esperaba, pero me di cuenta de que estoy en un forma pésima y de que cuando vuelva a retomar el CrossFit voy a pasarlas canutas pero no pasa nada, es un problema de la Julia del futuro. Allí me encontré con Patrick, el chico alemán del mejicano. Así que tras la clase de yoga, nos quedamos a desayunar en Alchemy's.
Desayuno en Alchemy's: Alchemy's tiene tanto centro de yoga como cafetería, restaurante (venganos) y zona co-working y es un sitio chulísimo y con muy buen ambientillo de gente teletrabajando. Además, tiene un rincón con una mini cafetería aparte que sirve café Arabica, que está muy rico. Aprovechando que sabía que iba a ir allí a hacer yoga incluí en mi lista lo de quedarme allí a desayunar. Desayuné con Patrick y después su hermana también se unió, así que estuvimos gran parte de la mañana de charla mientras disfrutaba del buen café Arabica y de un último bowl de açai delicioso.
Ir a Delhi Warung: es un bar con piscina infinita sobre la playa de Uluwatu. Nunca había estado pero siempre lo veía desde los bares de más arriba del acantilado y siempre había querido ir. El lunes después del desayuno con Patrick y Julia (sí, nos llamamos igual pero con distinta pronunciación), me fui hasta este warung. Es una plataforma de madera construida sobre el mar, así que cuando estaba tirada en mi tumbona sentía cómo el mar movía la plataforma y por consiguiente, a mí, me recordaba al balanceo del barco de Komodo y de las turbulencias de los aviones. Pasé gran parte del día allí, bañandome, tomando el sol, leyendo, escribiendo y observando a los surferos cogiendo olas a lo lejos.
Desayuno en Drifter: Drifter es mi otro sitio favorito para desayunar pero, al contrario que la Kantina, no por el desayuno en sí sino por su ubicación y decoración. Está en una esquina clave para ver a todo el mundo pasar con sus motos y tiene una barra que da justo a la calle y que siempre suele estar vacía porque da un poco el sol, así que me siento allí y me quedo prendada viendo a todo el mundo pasar y disfrutando de un desayuno lento. Por supuesto que no podía faltar en mi lista, así que el martes, mi último desayuno, fue allí. Como era de esperar, mi hueco en la barra que da a la calle estaba vacío esperándome. Me senté allí y me puse a hacer mi hobby favorito: mirar a toda la gente pasar cual vecina marujona. Mira que he estado en Indonesia dos meses y en Uluwatu casi un mes entero y todavía me sigue flipando el rollo que hay. Vi pasar a muchísima gente en moto, la mayoría en bañador, con gorras, gafas de sol, descalzos, con las tablas de surf al lado, muchos chicos con el pelo largo y su bigote, las chicas con el pelo largo también al viento. No me aburriría nunca de verlos pasar. Y volvamos a hablar de la de tíos buenos que pueden pasar en cuestión de un minuto. No se me van los corazones de los ojos porque cuando todavía no se me ha ido el enamoramiento del australiano con pelo largo rubio y bigote que ha pasado en su moto hace medio segundo, pasa el brasileño morenazo con un el torso al descubierto y vuelvo a caer rendida.
Último paseo en moto: un último paseo en mi motillo no podía faltar en mi lista de cosas. Tras el desayuno en Drifter y comprar algunos souvenirs, cogí la moto y mi intención era dar un paseo hasta llegar a la playa de Dreamland y pasar allí un rato. Problema: no me quedaban ya datos en el móvil y para un día no iba a renovarlos, así que no tenía GPS y no recordaba bien cómo llegar. Hice un par de intentos pero no super llegar, así que simplemente me perdí por las calles conduciendo sin rumbo hasta que me di por satisfecha y me dirigí a darme mi último masaje.
Último masaje: soy una loca de los masajes, así que sin duda este item era una de mis prioridades en la lista de cosas que hacer en mis últimos días. Tras la última vuelta en moto me fui a un spa, al que ya había ido con Antonine, el chico francés, y que me había gustado mucho. Me di un masaje de cuerpo entero de una hora, como siempre. Me relajé y disfruté de él al máximo mientras reflexionaba sobre todo mi viaje que ya llegaba a su fin.
Último atardecer: los atardeceres, que en España nunca me han apasionado, en este viaje se han convertido en mi momento favorito de día. Nunca pensé que diría esto pero creo que hasta desbancan al momento desayuno. Sin duda, un último atardecer en alguna de las terrazas sobre los acantilados de la playa tenía que estar en esta lista también. En los últimos días, el tiempo en Uluwatu ha estado algo inestable y ha llovido y ha estado nublado, así que me tiré todo el día deseando que el cielo se despejase para poder despedirme de Uluwatu con un atardecer espectacular, de esos que me ponen el vello de punta. Sin embargo, llegó la hora del atardecer y seguía nublado, aunque puedo decir que igualmente disfruté de la puesta de sol desde una de las terrazas de Uluwatu beach con una cerveza y apreciando cómo el color del cielo iba cambiando en los huecos que las nubes dejaban libres entre sí. No fue el más bonito pero sin duda, el más profundo, el último atardecer del viaje de mi vida.
Esta mañana he madrugado mucho porque tenía mi vuelo bien temprano. Cuando me disponía a subirme al taxi con todo mi equipaje de dos meses, he echado un último vistazo al jardín del hotel y no he podido evitar que se me cayesen unas lagrimillas tontas al pensar que el viaje se había terminado. Entonces me he agachado y he cogido una de las florecillas típicas de la isla que había en el suelo y me la he colocado en la oreja como intento de llevarme una parte de Bali conmigo.
Ahora estoy en el avión, camino de Catar, donde voy a pasar un par de días con Sahar antes de finalizar mi viaje por completo y regresar a España para la vuelta al cole.
PD: ya llevamos 8 horas de vuelo y todavía llevo la flor en el pelo, eso sí, un poco más marchita que antes.
Con un trocito de Bali en mí, y no hablo de la flor.
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