Capítulo 15: Lombok
31 Jul 2024. Kuta - Lombok.
Al final el viaje en barco desde Gili T hasta Lombok fue genial. Contra todo pronóstico, no hubo mareos ni nada por el estilo. Llegamos a Lombok y tuvimos que hacer un par de horas en taxi hasta Kuta, la zona del sur donde nos hemos estado alojando. En esas dos horas vimos innumerables mezquitas de color verde y amarillo en mitad del bosque porque Lombok es una isla mayoritariamente musulmana. Además pudimos escuchar la llamada al rezo claramente desde el coche que inevitablemente me recordó a mi época de Catar en la que escuchar la llamada al rezo se convirtió en algo rutinario para mí. Llegamos al hotel muy cansadas pero había que sacar fuerza para salir a cenar y a tomar algo porque la ocasión lo merecía: mi hermano y Celia, su chica, llegaban también a Lombok esa noche e íbamos a pasar 3 días juntos por allí. Nos encontramos los 4 en el hotel y tras una breve conversación poniéndonos al día de nuestros respectivos viajes, nos preparamos y salimos a cenar. Era ya bastante tarde, así que tras hacer el intento de cenar en varios sitios que nos dijeron que ya habían cerrado la cocina, nos sentamos en 4 sillas que estaban que se caían en una especie de food truck y nos comimos un Soto Ayam, una sopa de noodles. Básicamente, el tío nos dió un plato con unos noodles de esos instantáneos que se compran por aquí en cualquier tienda pero lo mejoró con un huevo duro de acompañamiento. Allí nos volvimos a encontrar con Jose, el catalán del Betis, que estaba con otro amigo y dos chicas españolas que habían conocido hacía un rato. Cenamos todos juntos en aquel sitio de higiene dudosa mientras nos llovía encima, cosa que sería impensable en España porque jamás nos sentaríamos en una terraza lloviendo pero en Indonesia todo vale. Después nos fuimos a tomar algo a Rasta Bar. Había bastante gente aunque me volvió a parecer que la media de edad eran unos 24 años. Echamos un rato allí pero decidimos irnos pronto porque estábamos todos bastante cansados. Hicimos todo caminando porque el hostel estaba muy bien ubicado en el centro de Kuta y de nuevo volví a agradecer poder salir del hotel sin necesidad de pedir taxi o moto.
A la mañana siguiente madrugamos y nos pusimos en marcha. Nos habían dicho que en Lombok apenas hay tráfico y que es fácil coger motos, así que le pedimos prestada una moto a la chica del hostel y estuvimos probando. Primero probó Maido por el carril del hostel pero no volvió muy convencida. Mi hermano no tenía que probar porque él sabe perfectamente y Celia tampoco porque ella iría de paquete con mi hermano, así que era mi turno, recorrí el carril y me pareció tan fácil y agradable que le eché un par de ovarios y me salí a carretera en pleno centro de Kuta, me encantó la experiencia, era la primera vez en mi vida que conducía una moto y me pareció súper guay tanto conducir la moto como hacerlo por la izquierda y en aquellas carreteras. Cuando volví super ilusionada al hostel donde me esperaban los demás preocupados porque había tardado más de lo que esperaban, Maido dijo que ella no se sentía capaz de conducir la moto y yo sí me sentía capaz de hacerlo pero no de llevarla a ella de paquete, así que optamos por alquilar un coche para los 4, mi gozo en un pozo. Ni que decir tiene que la chica del hostel que nos había prestado la moto estaba 0 preocupada porque varias extrañas que no habían cogido una moto en su vida estuviesen por allí deambulando con la suya, de verdad que a estos indonesios les da igual absolutamente todo, no se estresan por nada ni se preocupan por nada, son admirables. En el sitio del alquiler de coches conocimos a dos chicos españoles que son pareja y que viven en Bali y resulta que uno de ellos es de Martos, un pueblo a 20 minutos del nuestro. Seguimos con las casualidades.
Alquilamos el coche y nos fuimos para una de las playas más famosas de la zona, Selong Belanak, aunque no sin antes recorrer unos cuantos kilómetros buscando una gasolinera que fue algo complicado porque como casi todo el mundo usa moto, suelen vender botellas de gasolina por todos lados para las motos pero no hay gasolineras de verdad para coches. En el trayecto yo no paraba de imaginarme conduciendo mi moto por aquellas calles, tenía muchas ganas de volver a conducirla y se me pasó por la cabeza la idea de volver más tranquilamente a la isla yo sola cuando Maido se vaya, es una opción entre muchas otras que contemplo. Tras media hora, llegamos a la playa y, como habitualmente, nos cobraron la entrada, unos 50 céntimos. Estaba nublado y a punto de llover, así que no prometía mucho el día de playa. La playa parecía bonita y se notaba que en un día soleado sería el triple de bonita. Era muy amplia, con chiringuitos y con muchísima gente haciendo surf en la orilla, lo cual significa que eran novatos. Como ni tomar el sol se podía porque en breve iba a llover, mi hermano y yo nos unimos a los novatos y cogimos unas clases de surf y estuvimos surfeando. Volví a levantarme muchas veces de la tabla aunque en esta ocasión me pareció más complicado que cuando lo hice en Canggu porque las olas tenían poca fuerza y no me empujaban lo suficiente. Después estuvimos comiendo en uno de los chiringuitos y charlando con una familia canaria que estaba en la mesa de al lado. Es imposible no conocer a gente nueva mientras se viaja y eso me encanta.
Nos fuimos hacia otra playa cercana, Mawi, que tenía un carril de entrada de varios kilómetros muy complicado y me alegré de no haber cogido las motos porque era consciente de que yo jamás me habría atrevido a acceder a esa playa en moto. Empezó a llover muchísimo y no pudimos disfrutar de la playa, estuvimos bajo un techo viendo a los surfistas, esta vez expertos, y charlando con la familia canaria que también estaba allí. No dejaba de llover, así que tras una hora decidimos irnos para salir temprano y aprovechar la noche.
Nos duchamos y salimos a cenar a Cantina Mexicana, un restaurante cerca del hostel que se llena de muy buen ambiente y musiquita. Paseamos un rato por Kuta y había niños vendiendo pulseras y pidiendo dinero, lo cual me sorprendió porque no lo habíamos visto en ningún otro sitio en Indonesia antes. Estoy acostumbrada a verlo en otros países pero no me lo esperaba aquí. La verdad es que la gente en Lombok sigue siendo super agradable pero no tanto como en Bali. Bali 1 - Lombok 0. Después nos fuimos a un bar que nos había recomendado el taxista que nos trajo a Kuta, Rere, pero estaba muy vacío y me entró una pereza horrible, cambiamos a Rasta Bar, el mismo del día anterior y aunque había mejor ambiente yo no logré animarme y decidí irme a dormir. Volví sola al hotel caminando a oscuras y en ningún momento pasé miedo, cosa que si me ocurriría en España sin lugar a dudas.
Al día siguiente teníamos prevista una excursión al centro de la isla de Lombok para visitar unas cascadas, Benang Kelambu. Madrugamos y nos pusimos en marcha, íbamos nosotros 4 y el chico de Martos con su pareja, que los invitamos a venir en nuestro coche de 8 plazas. Antes de dirigirnos a las cascadas, paramos a hacer parapentismo a la cima de un monte que tenía vistas al mar porque Celia quería hacerle una sorpresa a mi hermano por su cumpleaños. Yo no hice parapentismo porque ya lo he hecho en otras ocasiones y me marea mucho también. Yo los esperé con uno de los chicos más abajo disfrutando de un buen café, de las vistas y de una conversación de lo más interesante con Álvaro. Cuando los demás terminaron del parapentismo nos pusimos rumbo a las cascadas y las carreteras estaban llenas de vegetación que hacía el trayecto super ameno, a medida que subíamos más al norte, más bonitos eran los paisajes. Tras una hora y media, llegamos e hicimos una ruta andando de otra media hora hasta llegar a las cascadas, eran muy bonitas y amplias y había una zona muy guay para echar el día allí bañándose, por desgracia seguía haciéndonos mal tiempo, así que nosotros ni siquiera nos bañamos. Pusimos rumbo de nuevo a Kuta y en el camino vimos pueblos, ceremonias, muchas personas vestidas con trajes típicos encima de camiones y un montón de cosas muy curiosas de ver. Luego llegamos a la última parada de ese día, Sade, un pueblecito que se puede visitar y en el que hay personas para hacerte de guía y contarte curiosidades del pueblo. Resulta que untan de mierda de vaca las casas para alejar a los mosquitos. Cuando ya era de noche volvimos al hotel y nos preparamos para salir.
Salimos a comer a un sitio que me había recomendado una amiga que es típico por el cangrejo al chili, Chili Restaurant, nos pedimos varios cangrejos, calamares y gambas. El sitio era muy pequeño y parecía una chabola pero la comida estaba muy buena y los dueños eran super amables. Después nos fuimos a Surfers bar, el sitio donde era la marcha esa noche de sábado. Era un garito en plena playa y había muy buen ambiente, mejor que los días anteriores. Allí volvimos a coincidir con José, las españolas, los españoles, el francés y más gente que habíamos conocidos en esos días. Indonesia entera es como un pueblo pequeño. Acabó la fiesta y nos quedamos con ganas de más pero al parecer no había ningún otro sitio al que ir, así que nos tuvimos que ir a dormir.
El último día volvimos a madrugar, así que agradecimos que no hubiese ningún sitio para ir de after la noche anterior. Decidimos alquilar motos y que Maido, que le daba miedo coger una moto normal, alquilase una moto eléctrica con la que se sentía más segura porque era muy pequeña, como ella. Yo estaba contentísima porque iba a conducir por fin una moto y porque hacía un día soleado que alegraba a cualquiera. Salimos a carretera en nuestras motos y la sensación fue genial, no necesitaba más, me habría quedado dando vueltas en la moto todo el día. Me sentía libre y veloz, a pesar de que iba más recta que un palo y de que no rebasé los 40km/h. Llegamos a una playa que también nos habían recomendado, Tanjuun Aan, es una playa de arena blanquísima y agua transparente preciosa, diría que la mejor hasta el momento. Apenas había gente y la playa era inmensa. Colocamos las toallas y estuvimos allí tirados un rato disfrutando del sol que habíamos echado de menos durante los dos días anteriores y del agua tan calma que te dejaba estar dentro del mar relajado cual bañera de casa. Había barquitos al lado nuestra en la orilla que le daban un toque especial al paisaje. A pesar de que la playa nos encantó, teníamos mono de motos, cogimos las motos y nos fuimos a dar vueltas un poco sin rumbo, simplemente a disfrutar de las vistas que por sorpresa nos íbamos encontrando. Pasamos por un pueblecito pesquero que era muy bonito. Cuando a Maido se le empezó a quedar la moto sin batería, nos dimos media vuelta y nos dirigimos a Kuta por si acaso la dejaba su moto eléctrica tirada en mitad de la nada. Allí seguimos dando vueltas sin sentido hasta que llegó la hora de ir a casa a ducharse para salir a cenar. Salimos a cenar y estábamos tan cansados que por primera vez, por mayoría absoluta, decidimos irnos a casa directamente tras la cena sin pasar por ningún sitio a tomar unas cervezas. Así que llegó la hora de despedirse temporalmente porque Maido y yo nos vamos a un viaje por Komodo y mi hermano y Celia se van para las islas Gili, pero nos volvemos a encontrar después un par de días en Uluwatu.
Ahora vamos en un coche hasta el noreste de la isla de Lombok para coger un barco que nos va a llevar por distintas islas. Cuanto más cosas veo de Lombok por el camino, más pienso que se me ha quedado corta la estancia, más me gusta y más ganas tengo de volver a venir para poder deleitarme con estos paisajes conduciendo la moto de nuevo, tener más tiempo para explorar todos sus rincones y disfrutar de la tranquilidad que se respira en comparación a los demás sitios que están demasiado llenos de turistas. No me he ido pero ya sé que quiero volver, ya sea en unos días cuando Maido se vaya o en mi próximo viaje a Indonesia, que por supuesto sé que lo habrá.
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