Capítulo 6: Encantada de la vida.
08 Jul 2024. Uluwatu - Bali.
Ayer después de mi desayuno idílico en Drifter, me fui a un mercadillo que ponen los domingos dentro de The Hatch, la decoración es preciosa, llena de colores y diría que con un estilo mejicano. Las tiendas en sí no me sorprendieron mucho porque siempre suelen vender las mismas cosas pero el ambientillo y la decoración hacen que visitarlo merezca la pena por completo. Después del mercado me fui a la playa de Balangan porque Lenka y Megan estaban allí, ya había recargado mis pilas con mi desayuno y mi paseo en solitario y estaba lista para socializar de nuevo.
Tardé más de lo habitual en cualquier trayecto en llegar a la playa porque está un poco más alejada. En el trayecto tuvimos, como siempre, algún que otro encontronazo en la carretera con otros conductores porque siempre hay alguno que hace un giro inesperado o frena de golpe. Sin embargo, a diferencia de lo agresivos que nos ponemos en España al volante, los balineses se saludan y no muestran ni el más mínimo enfado cuando algo así les pasa. Quizás deberíamos aprender algo de ellos. Al llegar, la playa me pareció muy bonita, más que Padang Padang y Bingin y además estaba casi vacía por estar algo alejada y quizás porque no había olas para surfear. Como llegué un poco tarde, la marea ya había bajado mucho y el mar estaba a lo lejos y separado de la arena por muchas rocas que se dejan ver cuando la marea baja. Ir a meterme en el agua fue toda odisea porque cruzar las rocas a pie descalzo me tomó mi tiempo y un par de pinchazos buenos en las plantas de los pies. Cuando estaba atardeciendo, unas mujeres locales nos ofrecieron un masaje y lo aceptamos de buena gana tras haber regateado de 200000 a 120000 IDR, que equivale a unos 6.5 euros. Eran las cinco y media, Lorenzo ya no azotaba tan fuerte, la playa casi vacía y yo tumbada en una tumbona recibiendo un masaje con un aceite con olor a jazmín y escuchando el mar de fondo ¿puede haber mejor plan?
Después nos fuimos a casa y nos costó un poco que viniese un Gojek a por nosotras porque era la hora punta y por su lejanía. Nos preparamos para una nueva noche de fiesta aunque me costó decidirme por el modelito porque para nada esperaba estar saliendo de fiesta todos los días y me traje poca ropa para ese propósito. Era domingo, así que tocaba Single Fin, el bar donde conocí a Lenka. Estaba abarrotado, a diferencia de los otros días, no había música latina, era música pop internacional. Estuvimos bebiendo y charlando con la gente que ya conocíamos de los días anteriores. Un poco más tarde de media noche la fiesta terminó y nos fuimos a seguirla a un after. La gente sigue bebiendo en la calle cerca de Single Fin bebida que compra en los pequeños 24 horas y luego va a seguir la marcha a La Playa, otro local cercano en el que me dio la sensación de ver a todo el mundo bastante perjudicado o a lo mejor era yo la perjudicada, no lo tengo tan claro. Acabé la noche metida en un grupo de gente, bailando techno y sin saber quienes eran puesto que solo intercambiamos bailes pero ninguna conversación. Todavía me asombra la facilidad con la que la gente socializa con desconocidos aquí y pienso en lo guay que sería poder hacer lo mismo en España, sería el triple de interesante salir por ahí.
Como no, volví a llegar a casa tarde y hoy se me han vuelto a pegar un poco las sábanas. He ido a desayunar con las chicas porque Lenka ya se va hoy a continuar su viaje a Ubud y queríamos despedirnos. Nos hemos dicho cuánto nos alegrábamos de habernos conocido y de lo amena y divertida que había sido nuestra estancia aquí en Uluwatu todas juntas. Como estaba algo cansada, me he venido a casa a descansar y a ponerme al día con el blog y por la noche volveré a salir con Megan, está vez de tranqui a cenar, lo prometo, para poder madrugar mañana e ir muy temprano a la playa a ver a la gente surfear, que es lo que llevo intentado hacer desde que llegué pero no he podido porque el ritmo ragatanga me posee por las noches.
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