Capítulo 12: Escapada al norte y despedida Ubud.
22 Jul 2024. Sekumpul y Ubud - Bali.
Al final llegamos perfectamente a nuestro hotel en el norte, se llama Sekumpul BnB, es un hotel en mitad del bosque, solo hay algunas casitas alrededor pero básicamente las vistas desde el hotel son a una inmensidad de árboles, palmeras y vegetación increíbles. Pagamos 15 euros por la noche, 7.5 cada una por dormir en un hotel en mitad del paraíso.
Nuestro taxista, Made, nunca había estado en el norte de la isla, así que nos preguntó si se podía venir con nosotras a ver las cascadas y por supuesto que le dijimos que sí. Hicimos el check in y resulta que la dueña del hotel era amiga de la infancia de Made. Otra casualidad más. Después del check in empezamos la caminata hasta las cascadas, el hotel está estratégicamente ubicado para poder ir desde allí caminando a las cascadas. No había apenas gente, el norte creo que no es tan popular para los turistas, seguramente porque está muy alejado de las zonas más turísticas y la gente suele venir con un tiempo más limitado. Las vistas desde arriba eran maravillosas, se apreciaba una jungla y dos cascadas gigantescas a la izquierda y otra más a la derecha. Cuando llegamos abajo, nos metimos en el agua de pie cerca de las cascadas y de la fuerza con la que caía el agua, te empapabas y había mucho viento, nuestro pelo se volaba para todos lados, fue una sensación única.
Después comenzamos la subida, que se hizo amena, y nos sentamos casi arriba del todo a almorzar en uno de los restaurantes con mejores vistas que posiblemente pueda existir en el mundo. Made nos esperó por allí charlando con los locales y cuando echamos a andar de nuevo en dirección al hotel, se paró en el puesto de una señora a pedirle unos pancakes balineses, nos dio envidia, así que decidimos probarlos nosotras también. Made se fue sin pagar, no lo entendimos mucho pero seguramente como todos se tratan como si fuesen una gran familia, la mujer le regaló los pancakes. Cuando estábamos llegando al hotel, Made nos dijo que había pensado en quedarse allí a dormir en la casa de su amiga y así podíamos volver para Ubud al día siguiente con él. Made no se esperaba que ese día cuando salió de casa para trabajar iba a conducir hasta el norte por primera vez, ver las cascadas, encontrarse con su amiga de la infancia, dormir allí y ganarse en unas 24 horas lo que gana normalmente en cuestión de una semana, unos 50 euros. Seguramente se auto invitó a dormir a la casa de su amiga, pero al igual que con la mujer de los pancakes, esta gente lo comparte todo.
Cuando volvimos al hotel no sabíamos muy bien qué hacer porque realmente estábamos en mitad de la nada, eran sobre las 4 pm, así que simplemente salimos a dar una vuelta sin rumbo. Tras un ratito llegamos a una especie de pueblo, que tenía algunas casitas y dos o tres tiendecillas y escuchamos a lo lejos voces de niños, nos aproximamos y había un campo de fútbol con muchos niños y una niña locales. En una pared del campo de fútbol había escrito con pintura Sekumpul Stadium y alrededor en más pequeño ponía Qatar Airways y Fly Emirates, cual anuncios publicitarios de los estadios. Estuvimos jugando con ellos y hablando un poco usando el traductor del móvil. Qué felices son esos niños y qué capacidad de transmitir esa felicidad sin ni siquiera saberlo.
Más tarde encontramos una casita al lado de nuestro hotel con muy buenas vistas y un banco de madera que tenía nuestro nombre escrito para ver el atarceder. Nos sentamos allí, y los dueños de la casa, unos abuelillos salieron y nos saludaron con una sonrisa. Allí estábamos, en la puerta de su casa, sentadas en su banco sin pedir permiso y no solo no le molestaba sino que al cabo del rato apareció la mujercilla con 5 o 6 plátanos y nos los dió sin mediar palabra porque no sabía inglés, nosotras los aceptamos de buena gana y muy agradecidas le dijimos gracias en su idioma: terima kasih. La mujer se fue para dentro de la casa y mientras Maido y yo hablábamos de nuevo de lo amables que son y de que en otro país se habrían quedado allí esperando a que le diésemos dinero, la mujer volvió a aparecer y está vez con unas mandarinas. Amo a esta gente, de verdad. Vimos el atardecer desde allí comiendo fruta y sintiéndonos afortunadas por todo, las maravillosas vistas y la amabilidad de los locales que nos hacen sentir más felices si cabe.
Por la noche cenamos en la terraza del hotel, oyendo a los animales de la noche y en total tranquilidad. Creo que éramos las únicas huéspedes del hotel aquella noche. Después nos echamos en un sofá en la terraza a leer con las mantas y almohadas que trajimos de nuestra habitación y disfrutamos de una noche de calma y paz.
A la mañana siguiente nos despertamos de nuevo con esas vistas espectaculares y empezamos el día igual que lo habíamos terminado, en la terraza leyendo. Luego disfrutamos de un buen desayuno y nos preparamos para volver a Ubud. Llevábamos solo una pequeña mochila porque en realidad estábamos pagando dos hoteles a la vez, el de Ubud y ese, así que habíamos dejado todo nuestro equipaje en Ubud y nos habíamos llevado al norte solo lo necesario para un día. A la vuelta en el coche, recibí un WhatsApp del chico de mi visa, la extensión de mi visa ya estaba lista y quería mandarme mi pasaporte a Ubud. Le di la dirección de nuestro hotel allí y le dije que no estaría para cuando su trabajador llegase, que dejase mi pasaporte por allí a alguien en el hotel. De nuevo, jamás se me habría ocurrido hacer tal locura en otro país pero aquí no dudé ni un segundo en hacerlo y tampoco dudé de que al llegar al hotel, iba a encontrar allí mi pasaporte. De camino a Ubud paramos en un templo, Pura Ulun Danu Batran. El templo es precioso, tenía zonas verdes y zonas de agua. Es una parada obligatoria, lo recomiendo totalmente.
Una vez que llegamos a Ubud tras un par de horas de trayecto, nuestra intención era ir a Cretya, que es un sitio con piscinas y campos de arroz al fondo en el que yo ya había estado y me había encantado, pero se puso el cielo negro con pinta de llover en breve, así que nos fuimos a un mercado a ver cosas y a pasear. Más tarde, nos fuimos a almorzar a un sitio en el que ya habíamos estado hacía varios días, yo me pedí una sopa de noodles porque el día lluvioso invitaba a eso. Mientras comíamos, una niña local se nos acercó y empezó a decir "rice" "rice", así que le ofrecimos que se sentase a comer con nosotras y que eligiese el plato que quisiera de la carta. Pedió obviamente rice con pollo y muy felizmente se puso a comer. Al ratito la madre o la abuela, creemos, se acercó y nos dió las gracias. Había que devolver de alguna manera el favor de la mujer de los plátanos y las mandarinas y dicen que Bali es la isla del Karma, así que nosotras felices de dar lo que recibimos y de recibir lo que damos.
Cuando llegamos al hotel, le pregunté al recepcionista que si tenía mi pasaporte y, tal y como esperaba, me dijo que sí y vino a traérmelo a la habitación. Había estado sin pasaporte más de una semana, a saber en la de manos que ha estado y las vueltas que ha dado pero ya está conmigo de nuevo para continuar mi viaje por las islas de Indonesia. Descansamos un rato en el hotel y por la noche nos pusimos guapas con la intención de salir a cenar y de fiesta en nuestra última noche en Ubud. Paseamos por las calles y nos metimos en un restaurante que era una terraza en alto y que nos llamó la atención. Me pedí pizza para cenar, me encanta la comida asiática pero creo que algún día hay que parar o el arroz y los noodles me van a salir por las orejas. Más tarde se nos unió el español al que conocimos viendo a Alcaraz, Joshua. Por cierto, Jose, el catalán del Betis ya se había ido hacía unos días aunque muy posiblemente volveremos a coincidir con él en alguna otra parte a lo largo del viaje. Joshua nos contó mucha cosas interesantes y le preguntamos aquello que teníamos pendiente, los funerales de aquí. Nos dijo que son ceremonias carísimas y que normalmente cuando un ser querido muere, la familia lo entierra sin ceremonia y que al cabo de los años, cuando han conseguido ahorrar lo suficiente, exhuman el cuerpo y hacen una ceremonia por todo lo alto. Después de un rato de culturilla cambiamos de tercio y nos pusimos a beber cervezas y chupitos. Cambiamos de sitio y nos fuimos a Donna, que se supone que se pone bien los viernes noche y estaba lleno de españoles, franceses y latinos, así que de nuevo, la música latina reinaba en la sala. Allí conocimos a un grupo de belgas y todos juntos nos fuimos a seguir de fiesta a CP Lounge, que era más o menos el mismo estilo de fiesta. Pusimos así fin a nuestros días en Ubud y al día siguiente, un poco resacosas, iniciamos la siguiente etapa de nuestro viaje: Nusa Penida.
Ahora mismo escribo desde Nusa Penida, tenía que ponerme al día porque han sido unos días sin parar, estoy en la playa de Atuh, tumbada en una hamaca disfrutando de una brisa fresca que me permite estar al sol sin notar el calor. Hay unas vistas muy bonitas frente a mí y el agua está tan azul que parece que lleva filtros. Voy a hacer un paréntesis en el blog y cuando terminemos nuestros días en Nusa lo contaré todo en un nuevo capítulo.
Desayuno en el hotel en Sekumpul.
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