Capítulo 11: Más Ubud.
18 Jul 2024. Ubud - Bali
Ayer tras el desayuno y la mañana tranquila en la piscina, nos preparamos para seguir visitando Ubud. Antes de llamar a nuestros Gojek, fuimos a la lavandería que está al lado de nuestro hotel a recoger nuestra ropa que habíamos dejado allí para que nos la lavaran el día anterior. La ropa estaba impecable y olía muy bien. La llevamos a las 6 de la tarde y para medio día del día siguiente ya estaba lista. Pagué solamente 3 euros por 4 kilos de ropa. Es todo tan fácil y tan barato aquí.
De paquete en nuestras respectivas motos nos dirigimos hacia un templo que nos había recomendado el chico español con el que compartimos mesa viendo a Alcaraz, el templo se llama Obyek Wisata Goa Gajah. Al entrar nos dieron un saron, que es un pañuelo para cubrirnos antes de entrar al templo. Parece que en Bali siempre proporcionan el pañuelo gratis antes de entrar a los templos, a diferencia de otros países en los que te obligan a comprarte algo para cubrirte si vas con pantalón o falta corta. Al entrar nos cogimos una guía local para que nos explicase el templo y fue una de las mejores ideas que tuvimos ese día, aunque no la mejor. La mujercilla regordeta vestida con ropa tradicional nos explicó muchas cosas que nos resultaron muy interesantes. En Bali tienen 4 nombres típicos que les ponen a los hijos, así que todo el primer hijo de cada familia se llama Wayan, el segundo Made, el tercero Nyoman y el cuarto Ketut y después acompañan esos nombres con otro y el apellido, o algo así. También nos contó que aunque el hinduismo sea la religión más extendida en la isla de Bali, también hay muchos cristianos, musulmanes y budistas y que nunca hay enfrentamientos entre ellos, que conviven muy bien todas las religiones. De hecho, aquel templo lo podía usar para rezar tanto un budista como un hinduista.
Al salir del templo, comimos en un pequeño restaurante que había allí. Comimos el típico plato de Nasi Goreng y agua por 1 euro cada una. Es cierto que el plato no estaba tan bueno como en otros sitios pero bastante aceptable. Yo no podía creerme que estuviéramos almorzando por 1 mísero euro. Después volvimos a coger un Gojek y nos dirigimos a una cascada en la que yo ya había estado, Kanto Lampo. Cuando yo vine, como era época lluviosa, el río estaba mucho más lleno y cubría mucho más. La cascada es muy bonita pero muy turística también, había delante una cola formada para echarse la típica foto. Nosotras no nos la hicimos y cruzamos el río y subimos por el otro lado para poder ver bien la cascada de frente. Una vez que terminamos, queríamos ver alguna otra cascada por la zona, así que le preguntamos a un chico local recomendaciones y esa sí que fue la mejor idea que tuvimos ese día porque el chico nos recomendó la cascada de Tibumana, que nos pareció impresionante. Cuando estaba llegando en moto vi que había unos arrozales preciosos, así que le pedí al chico que me dejase un poco antes y cuando llegó Maido también se paró allí y así pudimos caminar hasta la cascada impresionadas por los campos de arroz que había a ambos lados de la carretera y que eran tan inmensos y tan verdes que casi parecía difícil creer que eran reales. Disfrutamos mucho el paseo y la cascada del final. En la cascada a penas había personas y en el paseo de los campos de arroz tampoco. De nuevo reafirmamos que los turistas siempre estamos donde quieren que estemos y esos sitios no siempre son los más bonitos. Esta cascada nos pareció increíble y como no sale por ahí anunciada ni hay fotos de ella por las redes sociales, los turistas no saben tanto de su existencia. Menos mal que nosotras le preguntamos a aquel chico local. Nuestro plan era ir a un bar que nos habían recomendado con buenas vistas para el atardecer pero después de ver la maravilla aquella decidimos quedarnos allí para ver el atardecer desde un barecillo con vistas a los arrozales y bebiendo un zumo de mango.
Cuando el sol se puso y nos quedamos a oscuras, varios taxistas se nos acercaron a ofrecer su servicio porque las app de Gojek y Grab no funcionaban muy bien por allí. Nos pedían como dos o tres veces el precio normal, así que muy dignas nosotras, rechazamos creyendo que las apps funcionarían en algún momento. Echamos a andar a oscuras por la carretera con las linternas de los teléfonos y totalmente cierto, las apps no funcionaban en absoluto por aquella zona. Seguimos caminando sin preocuparnos nada porque nos sentimos tan seguras en Bali que sabíamos que en algún momento alguien nos ayudaría. Después de unos 20 minutos caminando en mitad de la noche, encontramos una tiendecilla con un local al lado y unos chicos balineses jugando allí al billar, no lo dudamos, entramos allí y nos auto invitamos a jugar con ellos. Estuvimos jugando una partida que, por supuesto, ganaron ellos. Mientras jugábamos, seguíamos intentando coger un taxi a través de las apps y por fin parecía que alguno venía a por nosotras pero tardaba bastante, así que nos quedamos allí con los chicos charlando y resulta que uno trabajaba en cruceros y había estado en España, era la primera persona balinesa que conocíamos que había salido de la isla de Bali. Después los chicos nos dieron a probar una bebida casera que se llama Arak, que al parecer se bebe como chupito. Uno de ellos, le pedió el Instagram a Maido y parecía estar interesado en casarse con ella, tanto tiempo soltera y ahora se va a ir casada de Bali. Por fin llegó nuestro taxista y nos montamos en el coche, en el trayecto le cotilleamos el Instagram al futuro marido de Maido y nos quedamos muy sorprendidas al ver que uno de los pocos vídeos que tenía era de una especie de funeral en el que se podían ver los pies de la persona fallecida bajo una manta y sobre una camilla que llevaban a cuestas los demás, me dio un escalofrío al verlo y entendimos que para esta gente seguramente la ceremonia de una muerte es algo muy importante, así que tenemos una nueva misión: descubrir qué tipo de ceremonias hacen aquí a los muertos.
Ahora estamos en un taxi de camino al norte de la isla, ni siquiera sabemos cómo se llama la zona a la que vamos pero vamos a quedarnos una noche en un hotel en mitad del bosque y a visitar unas cascadas que se llaman Sekumpul, así que muy probablemente la zona se llame así también. Las carreteras de camino son cada vez más estrechas, apenas caben dos coches pero son de doble sentido. Esta gente se las arregla para pasar por donde sea, así que confiamos en el taxista, que se llama Made, el segundo hijo en su familia. Además, aquí se conduce por el lado izquierdo y yo estoy sentada ahora mismo en el asiento izquierdo trasero, si nos chocamos con alguien que venga de frente, según mis cálculos, Maido es la que sale mas perjudicada, así que yo voy a echarme una siestecita y a despreocuparme.
Jugando al billar con nuestros amigos y el futuro marido de Maido.
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